¡ Contratos no ! Gracias

ARTO de ser el último de los mortales que no dispone de un términal móvil con pantalla de millones de colores, aprovecho mi retorno de vacaciones para renovarme a costa del plan de puntos de mi tarjeta. La intención es hacerse con un móvil al que la batería le durase más de dos días en espera, que es más o menos lo que aguantaba la del anterior.

Una vez en la tienda de marras, pregunto por el móvil más barato que mi exiguo número de puntos me permitiese adquirir. ¡ Qué suerte ! un Siemens A31 por sólo 1 euro. Vaya ganga. Bueno un euro no, 21, pero la compañía le devuelve 20 en saldo si hace un recarga de 10 euros como mínimo. Vale, al final de los 31, 30 van a mi saldo, así que por el telefonillo sólo pago uno. No me pareció mal. Le advierto que la devolución en saldo tardarán un par de días en hacerla efectíva. No me importa.

Pasa una semana y de los 20 euros no hay noticia. Consulto mi saldo y es el mismo. Casi el mismo para ser exactos, pues cada consulta me cuesta 0,12. Mosqueado vulevo a la tienda a protestar y me dicen que el plazo no es dos o tres días sino un mes. ¿Será una tomadura de pelo? Para salir de dudas llamo al telefono de atención al cliente.

Llamo una vez y explico el caso. Espere que le paso con alguien de ese departamento, pero la conversación se corta. Vuelvo a llamar y sucede lo mismo. Y van tres, pero no hay dos sin tres, así que lo intento un cuarta. De tanto llamar, perezco yo más robot que el operador que hay al otro lado. La cuarta acaba como las tres primeras a pesar de que digo que no me pasen con nadie que seguro que se cuelga. Menos mal que no hay quinto malo. Esta vez la llamada es transferida al departamento de turno donde me confirman que el plazo es de un mes, pero que van a comprobar que todo está correcto, por lo que me ruegan les disculpe pero me van a poner en espera, ¡nooo! Pero no se corta, y me ponen en espera otra vez, y ahí sigo yo on-line. Al final el tipo dice que todo está correcto y a modo de moraleja me suelta el consabido sermón sobre lo bueno es pasarse a contrato. Y yo pienso, no, contratos no gracias. Vaya Ud. a saber cuantas veces habrá que llamar para borrarse si uno queda descontento.