El misterio del 70 y el hombre que sabía torear

L 70 no es más que un autobús de la EMT, que recorre la calle Arturo Soria de arriba a abajo y viceversa. Reza en las paradas que su frecuencia de paso en un día normal es de 3 a 7 minutos antes de las 9.30 de la noche y de 8 a 13 a partir de entonces. El caso es que hallábame yo un día de esos normales en dicha calle a eso de las nueve menos cuarto, y sucedió que me convino tomar el citado autobús: en mala hora.

Transcurridos 5 minutos se presentó el 201, que me iba al caso igualmente, pero en el que al no ser de la EMT mi Metrobús no era válido. Decidí esperar un poco más en vista de lo tan frecuente que debía ser el 70 a esas horas: craso error. Transcurrieron otros 5 minutos y apareció otro 201, cuya frecuencia de paso debía ser de 18. Desesperé otros 10 más y decidí hacer mi trayecto a pie. Durante mi caminar de aprox. 20 minutos no fuí adelantado por ningún 70 ni ningún 201. Sólo tras otros 5 minutos más, que estuve esperando mi siguiente transporte, vi como el 70 llegaba a tiempo para hacer el transbordo. Conclusión, el 70 se demora más de 30 minutos porque es lo que tardas en hacer el trayecto andando más el tiempo de cortesía que inviertes en agotar la paciencia. Menos mál que el Metro de Madrid vuela, porque si fuese en superfície se encontraría en franca desventaja con el 70 y sus congéneres. Bravo por Madird y sus regidores faraónicos.

El caso es que en llegando a mi casa me encontré con un individuo que gesticulaba al par que sorteaba vehículos en mitad de un paso de cebra. Ya es bastante arriesgado cruzar con precaución, por lo que lo de aquel sujeto me pareció cosa más propia de toreros, legionarios ú otros héroes legendarios como el tal Periquillo sin Miedo. Al aproximarme a él me percaté que lo de los gestos se debía a que hablaba por el móvil (todo el mundo sabe que para mejorar la cobertura hay que agitar el brazo que queda libre y andar de un lado para otro, para qué coño si no te compras un móvil). Al cruzarme con él mostró aún más excitación mientras decía ---Pues si estás ahí tienes que estar viéndome---. Al punto apareció un sujeto conduciendo un 4x4 con la mano que le quedaba libre. El torero le indicó amablemente que aparcase en doble fila, delante de un par de vehículos y los cubos de la basura, pero justo frente al bar al que se encaminaron después.

Llegué a mi casa, cené y acosté a mis hijos (cosa de hora y media). Luego bajé a la calle a depositar mis residuos no reciclables precisamente en los contenedores bloqueados por el vehículo del el toro. Nuestros hombres seguían en el local, comiendo y bebiendo no precisamente limonada. Esa noche me dormí imaginando el final de la historia. Soñé que toro y torero abandonaron el local cogidos de los hombros. Que se despidieron. Y que entonces el segundo llamó con su móvil de última generación al primero. Y que así comenzaron un loco San Fermín, el uno corriendo agitando su mano libre, al tiempo que indicaba al otro el camino de vuelta. Y luego se quejan de que a lo mejor prohíben fumar al volante ... basta con hacer móviles con boquilla o aprender a conducir sólo con los pies.

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