Yo también soy un filántropo

N diario nacional (huy que mal suena esto) publica en uno de sus suplementos dominicales una entrevista con cierto sujeto. Se trata del director general de cierta entidad encargada de gestionar parte los derechos de autor, en este caso de artístas audiovisuales. A parte de que su aspecto no pega nada con el gremio al que defiende y las consabidas monsergas tan en boga hoy en día sobre la propiedad intelectual, llama la atención cierta frase.

El artista tiene una peculiar posición en la sociedad, porque hasta que la obra es vendida, es un filántropo que financia con su dinero lo que después será un posible objeto de admiración. (sic.)

Así que financia con su dinero lo que luego vende. Pues vaya una posición peculiar. Yo no la encuentro muy diferente de la del ganadero, escayolista o trabajador por cuenta ajena (que al fin y al cabo cobra a fin de mes trabajado). Va a ser que la diferencia es que los unos producen posibles objetos de admiración y los otros no. Pues entre ciertas pinturas y un jamón de ibérico de cinco bellotas no se yo ante qué inclinarme. ¿ Por qué será que estos gestores de derechos de autor son casi siempre tan memos ?